Los alumnos de 3º ESO D, capitaneados por Blanca Sancho y con la ayuda de Elena Roche, han realizado una encuesta (que podéis consultar aquí), por medio de la cual han obtenido las siguientes conclusiones:
¿Sabes quién hace tu ropa?
A propósito del
tema de la globalización que se trata en la unidad sobre la economía mundial
dentro del Ámbito Lingüístico y Social, un grupo de alumnos de 3º ha profundizado
en las condiciones en que se confecciona la ropa que consumimos.
En su gran mayoría,
la industria textil se encuentra deslocalizada en países menos desarrollados,
respecto a las multinacionales de países desarrollados que comercializan sus
productos. Los trabajadores que fabrican a miles de kilómetros las prendas que
encontramos en las tiendas, pagan en numerosas ocasiones un precio demasiado
elevado con su salud y con sus vidas.
El grupo de trabajo
ha elaborado un vídeo que sintetiza la información con la que se han
documentado a través de la visualización de varios documentales y de la lectura
de distintas noticias. Se decidió presentar el resultado a alumnos de 1º y 2º
de la ESO. Antes de la proyección del vídeo, se ha pasado una encuesta
redactada con el propósito de saber qué conocimientos previos tiene la sociedad
sobre quién hace nuestra ropa, y en qué condiciones.
Estos son los
resultados de la encuesta.
De 112 personas
encuestadas, un 91,96% compra su ropa en grandes multinacionales como Inditex
(Zara, Stradivarius, Pull&Bear, Bershka…), Primark, H&M, Mango, El
Corte Inglés, Carrefour… Es llamativo
que estas grandes empresas acaparen la casi totalidad de la ropa consumida por
los encuestados.
Un 47,32 % cree que
su ropa se confecciona en países menos desarrollados, y un 16,97%, en países en
vías de desarrollo. Es decir que más del 50% de los encuestados parece que es
consciente de la procedencia de la ropa que viste.
Al preguntar sobre
si la ropa que llevamos puede contener sustancias tóxicas un 41,96% contestó
que no, y un 24,1 % “no sabe/ no contesta”; luego, aproximadamente un 66 % no
es conocedor de la toxicidad de las prendas de vestir.
Respecto al salario
que reciben los trabajadores de Bulgaria y Turquía para marcas prestigiosas, un
40,17% eligió la respuesta de entre 80 y 160 euros al mes, y un 19,64% la de
500 euros al mes. Casi un 60% sospecha
que este tipo de trabajo no está bien remunerado ni valorado.
Un 35,71% opina que
las condiciones en que trabajan los fumigadores de las plantaciones de algodón
son “malas”, lo cual unido al 19,6% que contesta que son “muy malas”, y al
25,89% que responde “regulares”, supone un 80% de gente que sabe que las
circunstancias en las que viven estos trabajadores no son buenas o adecuadas a
la peligrosidad del oficio.
No llega al 10% las
personas que conocen la diferencia entre algodón orgánico y algodón tratado.
El porcentaje de
respuestas acerca de cuál es el color más tóxico a la hora de teñir la ropa coincide
en un 30,35% para el verde y el negro.
Esto hace pensar que se asocian los colores fuertes con la toxicidad,
pero no se tiene la información concreta.
Llama la atención
que un 61, 60% ignoraba el gran derrumbamiento de una fábrica textil que
trabajaba para marcas como Benetton, El Corte Inglés, Primark, H&M…,
ocurrido en Bangladesh en 2013, y que acabó con más de mil vidas. Es evidente
que las tragedias en países menos desarrollados no importan mucho a la sociedad
más desarrollada.
Resulta difícil
comprar ropa que responda a condiciones justas para los trabajadores. Pero
esperamos haber hecho reflexionar a unas cuantas personas para que esta
información se extienda cada vez más, para que el consumidor se conciencie, y
que las multinacionales se vean forzadas a exigir unas normas de trabajo y de
seguridad dignas, en vez de mirar para otro lado.
Para que nosotros
satisfagamos nuestra “necesidad” de vestir a la última, las verdaderas
“víctimas de la moda” están en fábricas lejanas de Camboya, Bangladesh, la
India, Nicaragua, Argentina…; o no tan lejanas, en países europeos como
Bulgaria y Turquía.
Ojalá que, cuando
vayamos a comprar, seamos un poco más conscientes de que estamos adquiriendo
algo más que una camiseta, unos vaqueros, unos zapatos o un cinturón, y esto
nos impulse a buscar en la etiqueta dónde está hecha la prenda.
Y cuando mires la etiqueta, recuerda: tú
compras, tú eliges.
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