jueves, 5 de mayo de 2016

Leyendas inventadas por los alumnos de 1.º ESO (II.ª parte)


LA PLAYA DEL SARDINERO (Pablo Delgado y Miguel Rueda)

La Playa del Sardinero es la más conocida de la ciudad de Santander.
Cuenta la leyenda que hace muchos años en esta playa se podían pescar sardinas con mucha facilidad.
En aquel tiempo, cuando era verano y hacía calor, muchos niños iban a la playa a jugar. Estaban todo el día al lado del mar  jugando y  muchos de ellos no tenían dinero, no podían comer,  y tenían hambre.
Un vecino de la zona al ver esta situación decidió poner una parrilla para asar las sardinas que los pescadores le ofrecían recién pescadas, y regalárselas a esos niños que tenían tanta hambre.
Al pasar los días, se fue corriendo la voz y cada vez se acercaban más personas a pedir sardinas  a este hombre que tan generosamente las ofrecía.
Después de unos años, el Alcalde de Santander, viendo que este buen vecino había quitado el hambre a muchas personas, decidió poner el nombre del “El Sardinero” a la playa más bonita de la ciudad y que hoy en día visitan muchísimos turistas.




EL FARO DE SANTANDER

Cuenta la leyenda de este viejo marinero, que vivía en el faro de Santander, que una noche de tormenta salió a navegar, encendió las luces del faro para poder guiarse y poder volver; era una noche fría y oscura de invierno.
Una vez alejado del faro y ya habiendo la gran puerta con cuatro candados; preparo su barco para navegar por los acantilados. Ya llevaba  una hora en el mar, hasta que notó algo raro, él decía que la mar estaba enfadada. De repente, de aquellas aguas apareció una gran ballena y el marinero se pegó un susto terrible.
El barco perdía el equilibrio por momentos. Las olas se hacían cada vez más grandes pero el marinero, navegante de primera, no le daban miedo las ballenas. Ella se puso al lado del barco para equilibrarlo y que no naufragase.
El mar se tranquilizó pero en ese momento ya no estaban ni el marinero ni la ballena; una sirena que vio como se los tragaba el mar, se lo intentó contar a una señora que pasaba por allí. Aquella mujer era  de mediana estatura, pelo corto y llevaba cachaba. Pero aquella señora ni la miró, pasó de largo y no la escuchó.
Cuenta la leyenda que nadie volvió a navegar por allí puesto que el faro estaba cerrado con candados y nadie sabía dónde estaba el marinero.


LA BALLENA (Mario Merino y Ángel Cobo)

Hace mucho tiempo en Santander, concretamente en lo que actualmente se conoce como el “Palacio de Deportes”(la ballena) ocurrió un hecho sorprendente.
Cuenta la leyenda que un chico llamado McWaya, Jerry McWaya, cuya mejor amiga era una ballena blanca de treinta y cinco metros de larga, llamada Jefry, que nada por el mar de “las Llamas”.
Un día, Jerry estaba nadando con Jefry como cualquier otro día, cuando de repente surgió de las profundidades del mar el terrible “Godofredo”, un monstruo  gigante con un solo ojo, siete brazos y de un color verde moco.
Godofredo fue a atacar directamente a Jefry pasando completamente de Jerry. Dirigió su rayo de silicio contra el chico, pero Jefry se puso entre el rayo y el chico, quedando por consecuencia cristalizada. Jerry se puso muy furioso, y descargó toda su ira contra el monstruo, que acabó sin vida.
Jefry, al ser cristalizado se convirtió en lo que ahora se conoce como el palacio de deportes.


LA ISLA DE MOURO

Cuenta la leyenda que en la isla de Mouro, situada muy cerca de la península de la Magdalena en la ciudad de Santander, habitaba el espíritu de un antiguo náufrago.
Todos los habitantes de Santander conocían la historia, sobre todo los marineros que pasaban aterrados con sus barcos por esa zona. Se sabe que el espíritu que vive en la isla es el de un marinero que surcaba las aguas del Cantábrico con su tripulación.
Un día, sus hombres y él llegaron a la isla; todos fueron a coger comida y, cuando regresaba al barco, después de haber obtenido alimento, vio que su tripulación y el barco, se alejaban y le dejaban sólo, a su suerte. Intentó nadar para llegar al barco, pero no lo consiguió.
Por aquel entonces, la isla estaba completamente llena de vegetación, y cuenta la leyenda que las raíces de los árboles le atraparon, y no le dejaron escapar nunca. Por eso, el espíritu enfadado del antiguo marinero, acecha a cualquiera que pase.


LOS RAQUEROS (Patricia Calvo y Sara Asfour)

Cuenta la leyenda que en el paseo de la bahía casi al lado del club Marítimo hay unas esculturas de cuatro niños de hierro.
Un día, hace mucho tiempo unos niños pobres que se bañaban en la bahía, vieron pasar un señor vestido de negro muy raro y por la forma de mirarles parecía que no le gustaban mucho los niños.
Ese individuo resultó ser un hechicero que, odiaba a los niños, les echó una maldición.
Pasaron unos días y a los niños se les notaba raros. Se fueron a bañar a la bahía como todos los días y a cusa de el conjuro no pudieron nadar. Esos niños se ahogaron.
Al día siguiente al notar su desaparición los vecinos del pueblo,  junto las autoridades salieron en su busca aunque sin éxito. Nunca los encontraron pero, a pesar de ello, al cabo de unos pocos días aparecieron unas esculturas que resultaron ser  como los niños.
Y se cuentan que las almas de los niños están atrapadas en ellas. 

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