lunes, 23 de febrero de 2015

Memorias de un principiante de snow


Voy a hacer un resumen de la reciente excursión a la nieve que hicimos del 1 al 6 de febrero algunos alumnos de 4° de la ESO y 1° de Bachiller del IES Las Llamas junto con otros institutos.

El viaje hasta Benasque (Huesca) fue divertido y se nos hizo corto. En el bus estuvimos charlando y escuchando música hasta que llegamos a un valle de Aragón donde la carretera era muy estrecha y estábamos preocupados de que no pasara el autobús. Menos mal que acabó con final feliz y llegamos sanos y salvos a Benasque.

Allí, en el hotel “El Pilar” nos acomodamos en las habitaciones y a las 7, más o menos, tuvimos que ir a recoger el material para esquiar. La noche fue movidita. Yo compartía la habitación con mi amigo René y lo primero que se nos ocurrió, al ver tanta nieve en el tejado fue construir un muñeco de nieve en la repisa de la ventana. Esto sirvió para iniciar una guerra de bolas de nieve entre varios amigos que duró hasta las dos y pico de la mañana.

Al siguiente día nos tuvimos que levantar a las 7 y media para estar listos para el desayuno que era a las 8, por lo que la mitad de las personas estaban zombis. Luego fuimos a las pistas. El primer día fue agotador, aprendimos mucho sobre la técnica y la posición base con nuestra monitora Cristina; hicimos algunas bajadas en una pequeña cuesta aprendiendo a girar y a frenar. Por la tarde fuimos al cursillo de refuerzo con un monitor llamado Jose, que era muy divertido y estuvimos bajando la pista verde varias veces haciendo la pluma, que es el estilo básico de snow, es decir hacer "s" de un lado a otro de la pista. Luego tuvimos que bajar hasta el autobús para volver al hotel; la gente que ya sabía bajó esquiando y los que éramos debutantes tuvimos que ir en el telesilla, porque había tramos de pistas azules y rojas.

Después de ducharnos, fuimos a un local donde jugamos al futbolín y al billar. Durante la cena, nos dieron unas papeletas verdes, que eran unos vales de consumición para la discoteca. Ese día no fui a la discoteca, porque estaba enfermo y me dolía mucho la cabeza, pero por lo que me contaron al principio la gente no bailaba porque les daba vergüenza, pero poco a poco hicieron un corrillo donde había alguien en el centro que bailaba y luego se turnaba el del medio.

El tercer día fue muy parecido al anterior en cuanto a los horarios. Por la mañana teníamos cursillo de técnica con Cristina, en el que aprendimos a bajar la cuesta de talones, es decir, apoyar los talones y levantar las punteras para deslizarnos poco a poco (que en mi opinión,es la forma más segura de bajar cualquier tipo de pista, porque vas muy despacito)
Por la tarde seguimos ensayando con Jose  bajando la pista verde. Los novatos tuvimos que bajar otra vez en telesillas, pero yo me dije a mí mismo que para el próximo día o el siguiente iba a ir por la pista.

Después de la ducha, nos propusieron ir a un polideportivo a jugar al fútbol o quedarnos a estudiar. Como hacía bastante frío me quedé en el hotel "estudiando", aunque en realidad estuvimos escuchando música en el móvil y charlando.

Esa noche sí que fui a la discoteca porque me encontraba bastante bien. Empezó como la otra noche: la gente no bailaba y estábamos con los móviles, pero rápidamente hicimos un corrillo y empezamos a bailar como lo hicimos la otra noche.

El cuarto día no pudimos ir a las pistas porque hacía demasiado viento para que funcionasen los telesillas, así que tuvimos que quedarnos en el pueblo, y los monitores aprovecharon para explicarnos algunas técnicas de supervivencia si hay una avalancha y alguno de nuestros compañeros se queda enterrado en la nieve, o si estamos esquiando y nos pilla una ventisca y tenemos que hacer un iglú... Luego dimos un paseo con raquetas por los alrededores del pueblo; fue muy cansado porque teníamos que ir arrastrando las raquetas por todos los sitios y algunas veces había que subir pequeñas cuestas que estaban algo empinadas. Por la tarde teníamos la opción de ir al polideportivo a jugar a pingpong, pero como hacía mucho frío preferí quedarme en el hotel jugando a las cartas. Después de cenar nos dijeron que ir a la discoteca era opcional, y yo aproveché para dormir ya que estaba bastante cansado, por no haber dormido casi nada durante los otros días.

Al día siguiente me levanté con mucho ánimo y esto influyó en el cursillo de snow ya que me salía más o menos bien todo lo que nos enseñaban, y por primera vez pude bajar la pista sin caerme ni una sola vez, que para mí fue un pequeño logro. Por la tarde el cursillo de refuerzo era voluntario por lo que mi amigo René y yo bajamos una vez con el monitor, pero la segunda vez fuimos por libre, y lo hicimos tan bien que nos sorprendimos a nosotros mismos. Pero no bajamos por la pista que llevaba hasta la cota 1.500, porque había ventisca y muy poca visibilidad, así que dejamos para el último día eso de bajar por las pistas difíciles.

La última noche estuvo muy bien, estuvimos bailando en la discoteca hasta la una de la mañana. Allí, a los mejores de cada grupo de esquí y de snow les dieron una medalla y un diploma. Del IES Las Llamas hubo algunos ganadores. Luego estuvimos yendo de habitación en habitación hasta que los profesores nos mandaron a dormir.

El último día empezó de manera diferente por ser el de la despedida: se notaba un nerviosismo y un ajetreo que se reflejaba en el ir y venir de maletas. A las nueve fuimos a las pistas y allí nos estaba esperando Cristina, donde nos enseñó a hacer algunos saltos con la tabla, tanto con la parte de adelante (front) como con la parte de atrás (tail). Tuvimos que comer a las doce y media porque el autobús tenía que salir pronto, así que al acabar de comer tuvimos que hacer la bajada a cota 1.500. Yo esta vez bajé por las pistas, yendo de un lado a otro de la pista (que nos habían dicho los monitores que así se iba más despacio), solo tuve cinco caídas, así que estoy orgulloso de mí mismo.

Al bajar, dejamos el material en la tienda donde lo habíamos alquilado y nos metimos en el autobús en dirección al hotel. Al llegar al hotel nos cambiamos los monos de esquí y subimos al bus. El viaje de vuelta fue largo y pesado. Llegamos a Santander más o menos a la hora prevista, a las doce y media. Y nos despedimos de los grandes amigos que hicimos en esa semana.

Después me imagino que todos los chavales les contarían a sus padres la misma historia que acabo de contarles, con mayor o menor detalle.

JULIÁN CARRERA DE LA RED
(4.º ESO A)

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