Hoy
en día ninguno de nosotros es ajeno a la difícil situación que viven los
jóvenes de nuestro país. Todos sabemos del caso de algún familiar o amigo que
se ve obligado a abandonar España con la intención de labrarse un futuro mejor
en el extranjero. Esta situación deja en jaque a la sociedad española, ya que
cada vez son más las mentes brillantes y con ellas los conocimientos que salen
de nuestras fronteras para desarrollar sus conocimientos.
Una
cosa está clara: emigrar es complicado. Es cierto que hay muchas maneras de
emigrar y habrá personas a las que les resulte más sencillo que a otras, pero
esto no quita para que se presenten un sinfín de dificultades, desde obtener un
visado, hasta encontrar un piso y un trabajo, pasando por adaptarte a la
cultura y al idioma del país de acogida.
También
es cierto que la mayoría de jóvenes que emigran no encuentran el trabajo de sus
sueños por mucha formación e ilusión que tengan, ya que lo que hacen es el
trabajo que los habitantes del país no quieren hacer como, por ejemplo, ejercer
de limpiador, repartidor, cocinero en un restaurante de comida rápida o algo similar.
En
mi opinión, el mayor problema es el conocimiento perdido. No podemos olvidar
que esos jóvenes que ahora emigran se han formado en España, es decir, que toda
nuestra sociedad ha contribuido a la enseñanza y desarrollo de esas personas.
Pero ahora bien, si esas personas se ven obligadas a irse, con ellas se van sus
conocimientos aún por desarrollar, por lo que nunca le podrán devolver a España
la inversión que hizo en ellos. Imaginaos, por ejemplo, que un chico estudia
toda su vida en España.
Va al colegio, al instituto... esa educación se paga
entre todos con nuestros impuestos. Pasado el tiempo, ese chico consigue entrar
a la carrera de medicina y se gradúa con honores, pero a la hora de entrar en
el mercado laboral se ve obligado a emigrar debido a que en España no encuentra
trabajo. Este chico es contratado en Berlín como investigador, y gracias a ese
trabajo consigue desarrollar un tratamiento para combatir el Alzheimer. En ese
caso, España no sería el país donde se comenzara a comercializar y tratar con
él, por lo que todo ese talento sería desaprovechado.
Se
habla mucho de que somos la generación perdida, pero considero que sería un
gravísimo error aceptarlo, ya que en España hay muchos jóvenes con un gran
potencial y talento que ayudarían increíblemente a superar la difícil situación
que hoy en día sufre nuestro país.
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