martes, 20 de febrero de 2018

Otras cartas de amor: el amor a la familia


Entre las cartas presentadas al concurso ha habido muchas dedicadas a familiares. Vamos a compartir con vosotros algunas de las que más nos han gustado de varias alumnas de 4º ESO: una emotiva carta sobre la fuerza del amor paterno-filial, bueno, más bien, dos cartas escritas por Alicia del Val; una preciosa carta de amor fraternal que Paula Edesa dedica a su hermana pequeña; una carta también muy bonita que Carmen Vega dedica a su difunto abuelo; y otra, escrita con rima y con una original presentación, que Diana Ramírez dedica a su abuela.

“Te quiere, papá” (por Alicia del Val)

"Querida niña:
Recuerdo lo contenta que estabas el momento que nos dijeron que había un posible donante. Tus ojos volvieron a brillar, como solían hacerlo. Estábamos tan felices, el sol alumbraba nuestras vidas. Y sin previo aviso, llegó la tormenta de nuevo. No era posible.
Te prometo que lo he intentado todo, y no ha servido de nada. Quizás la vida me esté poniendo a prueba y no voy a decepcionarla, ni a ella ni a mí mismo. Me despido de ti, desde un no tan apestoso baño de hospital en un trozo de papel arrugado y empapado con mis lágrimas. Mamá y yo te cuidaremos desde donde quiera que estemos. Pronto no sufrirás más, te lo prometo.
Piensa que soy un egoísta por dejarte sola y desamparada, un maldito imbécil que no sabe hacerle frente a sus miedos. Pero, por favor, no me odies.
Feliz cumpleaños a la niña de mis ojos, a mi pedacito de pan, a lo mejor de mi vida. Feliz cumpleaños, Claudia. Este es mi regalo para ti.
PD: Nunca olvides que te quiere, papá."


Querido papá:
Hoy he encontrado tu carta dentro de un cajón. La he desdoblado y he sentido la necesidad de leerla, la necesidad de recordarte. Me he pasado el resto del día llorando entre la lluvia y cuando cesó de llover continué bajo la ducha hasta que no me quedaron más lágrimas.
Cuando, el día de mi cumple me metieron a aquel quirófano para el trasplante de corazón que tanto habíamos esperado, en lo único que pensaba era en salir y disfrutar juntos. Nos imaginé bañándonos en la playa a la que solíamos ir, sin preocupaciones; nos vi tumbados sobre la hierba mirando las estrellas, imaginé tantas cosas... Pero jamás la cruel realidad. Nada de lo que soñé sucedería nunca, porque tú ya no estabas, te habías ido. A cambio me dejaste un regalo de despedida, la vida, en forma de corazón, tu corazón.
Pasaron los días y mientras iba recuperándome, seguía esperado. Aunque algo, muy en el fondo de mí, sabía que no volverías. Noches después leí tu carta por primera vez. Te habías quitado la vida para poder dármela a mí. Pensé que tu corazón se rompería en mil pedazos en mi pecho, pero no fue así.
Han pasado diecisiete años desde entonces. Tengo un hijo, un precioso niño que se llama como tú. ¿Y sabes?, ahora entiendo lo que hiciste.
Tú estás en mí presente y él es mi futuro.
Y no olvides que te quiso, te quiere y te querrá, tu hija.”

“Amigas por elección” (por Paula Edesa)

Me imagino tu reacción, cogerás la carta y no querrás que nadie te mire. Te pondrás muy nerviosa, pero en el fondo muy sensible.
Tenía 4 años. Acabábamos de volver de Navidad. Tú todavía no estabas aquí, ni él. En esos momentos tenía a una profesora a la que siempre le deberé muchas cosas maravillosas que me pasaron llamada Rosa. Yo creo que fue ella la que me hizo darme realmente cuenta de lo que me esperaba aquel día.
Me acuerdo de ese día, fue la primera vez que te vi. Eras muy pequeña. Durante el tiempo que estuve contigo no paraste de llorar. En esos momentos le pedí a mamá que te devolviera, que yo no quería a una bebé llorona.
No fue fácil acostumbrarme a ti, todo hay que admitirlo. Los abuelos no me hacían el mismo caso que antes y papá y mamá estaban muy ocupados. Pero poco a poco me fui enamorando de una pequeña criatura a la que llamé Elena, como el nombre de una de las “Tres Mellizas”.

A veces he llegado a pensar que esta carta debería ser de desamor, pero menos mal que en esos momentos he dejado de escribir y lo he retomado más tarde.

Siempre recordaré las frías y largas noches de invierno en las que dormían nuestros pequeños cuerpos en la misma cama. También los veranos en la montaña con nuestras guerras de agua que tenían lugar en la plaza del pueblo y de cómo nos moríamos de calor. Nuestros berrinches y nuestras peleas nunca se olvidarán, al menos es el lazo que nos mantiene unidas.

Ahora estoy aquí, sentada, escribiendo una carta que nunca habría hecho falta. Estoy sentada en la habitación, en nuestra habitación. Dicen que es malo dormir con alguien por la emisión de dióxido de carbono que esa persona puede expulsar, pero yo estoy en contra de la ciencia… creo que lo mejor que te puede pasar es compartir habitación con tu hermana. 

Porque, como dice mamá siempre, te quiero hasta el universo, vuelta y más allá.
Por último, quiero recordar la serie que tanto nos gustaba de pequeñas. Esa serie nos hizo entender que éramos hermanas por casualidad y amigas por elección.


“Lo que no te pude decir” (por Carmen Vega)


Hoy te escribo esta carta hurgando en el corazón para colocar los sentimientos más íntimos en orden y con sentido, algo que no resulta fácil. 
Recuerdo tus consejos, esos que nunca tuvieron prisa ya que aprendieron a expresarse sin ordenadores ni teléfonos.
Eras capaz de convertir las cosas más simples en emociones intensas. Me enseñaste a darme cuenta de que lo sencillo, lo pequeño siempre es más importante. Me enseñaste el placer de un paseo, de una conversación, de una sonrisa espontánea, de un baile encima de tus zapatos...
Me enseñaste a vivir con los ojos bien abiertos, a disfrutar de la vida y a conocer sus caminos. Voy siguiendo esa senda que me marcaste y van transcurriendo momentos.

Te recuerdo con arrugas en los ojos, con un reloj sin minutero, con unas pupilas honestas llenas de alegría y belleza.
Nuestra historia vivida no me canso de mirar. Me acuesto con tus besos y debajo de la almohada tengo buenos recuerdos. A menudo me despierto esperando tu saludo, dime algo al oído. Te echo en falta, ABUELO.

"Recordando tu imagen una vez más" (por Diana Ramírez)


Escuchando al búho ulular y al grillo cantar, puedo verte brillar.
En la noche oscura, hay una estrella que destaca en la penumbra.
No soy astrónoma ni científica, pero no hay que ser un genio
para saber que eres tú la que brilla.
No hay osas mayores ni osas mejores en esta constelación,
solo corazones que lucen por las emociones.
Recuerdo aquella mañana fría, la que anunciaba que ese día tu vida acabaría.
Recuerdo la lágrima que corrió por mi mejilla cuando recibí la noticia.
Recuerdo a mi madre, cuando sus lágrimas hablaron en forma de discurso en tu funeral.
Recuerdo a mi madre que siempre me decía que entre todas tú fuiste la bendecida.
Recuerdo a mi maestra que me dijo una vez:
"un abuelo tiene plata en el pelo y oro en el corazón".
¡Cuánta razón tenía!
Conocí en ti el amor más elegante, ese que te perdona sin siquiera juzgarte.
Conocí en ti la sonrisa más sincera, esa que me ofreciste hasta en momentos de tristeza.

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