Entre las cartas presentadas
al concurso ha habido muchas dedicadas a familiares. Vamos a compartir con
vosotros algunas de las que más nos han gustado de varias alumnas de 4º ESO: una emotiva carta sobre la fuerza del amor
paterno-filial, bueno, más bien, dos cartas escritas por Alicia del Val; una
preciosa carta de amor fraternal que Paula Edesa dedica a su hermana pequeña;
una carta también muy bonita que Carmen Vega dedica a su difunto abuelo; y otra, escrita con rima y con una original presentación, que Diana Ramírez dedica a su abuela.
“Te
quiere, papá” (por Alicia del Val)
"Querida niña:
Recuerdo lo contenta que
estabas el momento que nos dijeron que había un posible donante. Tus ojos
volvieron a brillar, como solían hacerlo. Estábamos tan felices, el sol
alumbraba nuestras vidas. Y sin previo aviso, llegó la tormenta de nuevo. No
era posible.
Te prometo que lo he intentado
todo, y no ha servido de nada. Quizás la vida me esté poniendo a prueba y no
voy a decepcionarla, ni a ella ni a mí mismo. Me despido de ti, desde un no tan
apestoso baño de hospital en un trozo de papel arrugado y empapado con mis
lágrimas. Mamá y yo te cuidaremos desde donde quiera que estemos. Pronto no
sufrirás más, te lo prometo.
Piensa que soy un egoísta por
dejarte sola y desamparada, un maldito imbécil que no sabe hacerle frente a sus
miedos. Pero, por favor, no me odies.
Feliz cumpleaños a la niña de
mis ojos, a mi pedacito de pan, a lo mejor de mi vida. Feliz cumpleaños,
Claudia. Este es mi regalo para ti.
PD: Nunca olvides que te
quiere, papá."
Querido papá:
Hoy he encontrado tu carta
dentro de un cajón. La he desdoblado y he sentido la necesidad de leerla, la
necesidad de recordarte. Me he pasado el resto del día llorando entre la lluvia
y cuando cesó de llover continué bajo la ducha hasta que no me quedaron más
lágrimas.
Cuando, el día de mi cumple me
metieron a aquel quirófano para el trasplante de corazón que tanto habíamos
esperado, en lo único que pensaba era en salir y disfrutar juntos. Nos imaginé
bañándonos en la playa a la que solíamos ir, sin preocupaciones; nos vi
tumbados sobre la hierba mirando las estrellas, imaginé tantas cosas... Pero
jamás la cruel realidad. Nada de lo que soñé sucedería nunca, porque tú ya no
estabas, te habías ido. A cambio me dejaste un regalo de despedida, la vida, en
forma de corazón, tu corazón.
Pasaron los días y mientras
iba recuperándome, seguía esperado. Aunque algo, muy en el fondo de mí, sabía
que no volverías. Noches después leí tu carta por primera vez. Te habías
quitado la vida para poder dármela a mí. Pensé que tu corazón se rompería en
mil pedazos en mi pecho, pero no fue así.
Han pasado diecisiete años
desde entonces. Tengo un hijo, un precioso niño que se llama como tú. ¿Y
sabes?, ahora entiendo lo que hiciste.
Tú estás en mí presente y él
es mi futuro.
Y no olvides que te quiso, te
quiere y te querrá, tu hija.”
“Amigas
por elección” (por Paula Edesa)
Me imagino tu reacción,
cogerás la carta y no querrás que nadie te mire. Te pondrás muy nerviosa, pero
en el fondo muy sensible.
Tenía 4 años. Acabábamos de
volver de Navidad. Tú todavía no estabas aquí, ni él. En esos momentos tenía a
una profesora a la que siempre le deberé muchas cosas maravillosas que me
pasaron llamada Rosa. Yo creo que fue ella la que me hizo darme realmente
cuenta de lo que me esperaba aquel día.
Me acuerdo de ese día, fue la
primera vez que te vi. Eras muy pequeña. Durante el tiempo que estuve contigo
no paraste de llorar. En esos momentos le pedí a mamá que te devolviera, que yo
no quería a una bebé llorona.
No fue fácil acostumbrarme a
ti, todo hay que admitirlo. Los abuelos no me hacían el mismo caso que antes y
papá y mamá estaban muy ocupados. Pero poco a poco me fui enamorando de una
pequeña criatura a la que llamé Elena, como el nombre de una de las “Tres
Mellizas”.A veces he llegado a pensar que esta carta debería ser de desamor, pero menos mal que en esos momentos he dejado de escribir y lo he retomado más tarde.
Siempre recordaré las frías y largas noches de invierno en las que dormían nuestros pequeños cuerpos en la misma cama. También los veranos en la montaña con nuestras guerras de agua que tenían lugar en la plaza del pueblo y de cómo nos moríamos de calor. Nuestros berrinches y nuestras peleas nunca se olvidarán, al menos es el lazo que nos mantiene unidas.
Ahora estoy aquí, sentada, escribiendo una carta que nunca habría hecho falta. Estoy sentada en la habitación, en nuestra habitación. Dicen que es malo dormir con alguien por la emisión de dióxido de carbono que esa persona puede expulsar, pero yo estoy en contra de la ciencia… creo que lo mejor que te puede pasar es compartir habitación con tu hermana.
Porque, como dice mamá
siempre, te quiero hasta el universo, vuelta y más allá.
Por último, quiero recordar la
serie que tanto nos gustaba de pequeñas. Esa serie nos hizo entender que éramos
hermanas por casualidad y amigas por elección.
“Lo que no te pude decir” (por
Carmen Vega)
Hoy te escribo esta carta
hurgando en el corazón para colocar los sentimientos más íntimos en orden y con
sentido, algo que no resulta fácil.
Recuerdo tus consejos, esos
que nunca tuvieron prisa ya que aprendieron a expresarse sin ordenadores ni
teléfonos.
Eras capaz de convertir las
cosas más simples en emociones intensas. Me enseñaste a darme cuenta de que lo
sencillo, lo pequeño siempre es más importante. Me enseñaste el placer de un
paseo, de una conversación, de una sonrisa espontánea, de un baile encima de
tus zapatos...
Me enseñaste a vivir con los
ojos bien abiertos, a disfrutar de la vida y a conocer sus caminos. Voy
siguiendo esa senda que me marcaste y van transcurriendo momentos.
Te recuerdo con arrugas en los ojos, con un reloj sin minutero, con unas pupilas honestas llenas de alegría y belleza.
Nuestra historia vivida no me
canso de mirar. Me acuesto con tus besos y debajo de la almohada tengo buenos
recuerdos. A menudo me despierto esperando tu saludo, dime algo al oído. Te
echo en falta, ABUELO.Te recuerdo con arrugas en los ojos, con un reloj sin minutero, con unas pupilas honestas llenas de alegría y belleza.
"Recordando tu imagen una vez más" (por Diana Ramírez)
Escuchando al búho ulular y al grillo cantar, puedo verte brillar.
En la noche oscura, hay una estrella que destaca en la penumbra.
No soy astrónoma ni científica, pero no hay que ser un genio
para saber que eres tú la que brilla.
No hay osas mayores ni osas mejores en esta constelación,
solo corazones que lucen por las emociones.
Recuerdo aquella mañana fría, la que anunciaba que ese día tu vida acabaría.
Recuerdo la lágrima que corrió por mi mejilla cuando recibí la noticia.
Recuerdo a mi madre, cuando sus lágrimas hablaron en forma de discurso en tu funeral.
Recuerdo a mi madre que siempre me decía que entre todas tú fuiste la bendecida.
Recuerdo a mi maestra que me dijo una vez:
"un abuelo tiene plata en el pelo y oro en el corazón".
¡Cuánta razón tenía!
Conocí en ti el amor más elegante, ese que te perdona sin siquiera juzgarte.
Conocí en ti la sonrisa más sincera, esa que me ofreciste hasta en momentos de tristeza.
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