La Igualdad según el diccionario de la
Lengua española es "la conformidad de una cosa con otra en naturaleza, forma,
calidad o cantidad. De la misma clase o condición, del mismo valor o aprecio". Llevo
un tiempo dándole vueltas a esta palabra porque ahora más que nunca está en
boca de todos y se ha convertido en un comodín que abarca todos los ámbitos: el
político, el económico, el profesional y
el sentimental. Se
ha decidido que tenemos que ser iguales y yo me pregunto: iguales, ¿para qué?.
Desde
el momento de nuestra concepción y desarrollo en el útero materno, ya somos
diferentes. Lo somos y lo seremos durante el resto de nuestras vidas. Diferentes
habilidades, diferente apariencia, diferente forma de pensar y actuar. Hasta nuestro
modo de andar será diferente. Unos seremos más altos que otras, unos con más
vello corporal que otras, unos con más masa muscular y fortaleza física que
otras. Eso por no mencionar lo más evidente, que es nuestro aparato reproductor.
Incluso la grasa del cuerpo se nos repartirá de forma diferente cuando vayamos
envejeciendo. (A nosotras peor, claro está.)
Ahora,
hasta a los niños pequeños se les habla de ser iguales, los políticos tienen
gabinetes para fomentar la igualdad, los/las ejecutivos/as tienen que tener iguales
capacidades para manejar grupos de trabajo. También en nuestras relaciones
sentimentales se nos exige la igualdad.
Pero
claramente, somos diferentes y
excepcionales, ambos sexos por igual. En
vez de apoyarnos y complementarnos parece que tenemos que luchar constantemente
para alcanzar nuestro sitio en la sociedad. Si
un hombre es mejor orientándose en un aparcamiento repleto de coches porque de
su orientación y visión direccional dependía un buen día de caza y yo, mujer, soy mejor en la comunicación verbal, estableciendo vínculos con el resto del
entorno porque eso sirvió para relacionarse entre comunidades y con el resto de
mujeres, ¿qué problema hay? ¿No son buenas cualidades cada una por separado?
¿Por qué todo el
mundo se empeña ahora en convertirnos en seres uniformes sin ninguna identidad? A mí nadie me ha preguntado si quiero eso. Y desde luego, no lo quiero. ¡No
nos engañemos! La igualdad real no va a existir nunca.
Me
identifico más con la palabra equidad
que significa "justicia, imparcialidad en un trato o un reparto". Y sí es de
justicia que un hombre llegue a casa y ponga una lavadora si hace falta (os
aseguro que no son necesarios estudios superiores para hacerlo) porque la ropa
es tuya, e igualmente es justo que una
mujer reciba el mismo salario si tiene el mismo puesto de trabajo, trabaja las
mismas horas y con la misma responsabilidad. Entonces sí podría admitir ser tratada de igual a igual.
Para
el resto de las cosas, quiero ser diferente; quiero ser yo.
S. SS.
(madre de un alumno del centro)
No hay comentarios:
Publicar un comentario