lunes, 16 de noviembre de 2015

(Especial: ¿Ubi sunt?) Miguel Fernández de Bobadilla

(imagen solicitada por el autor del artículo)

MIGUEL FERNÁNDEZ DE BOBADILLA
(@miguelfdezd en Twitter)

Segundo de bachiller, un año que aparentemente asusta, pero que no es para tanto.
Yo pasé de primero a segundo “limpio”, pero habiendo dejado hasta siete de las nueve asignaturas en la segunda evaluación de ese curso, un desastre, por lo que en cierta parte tenía algo de miedo de cómo me podría ir en segundo y de la obligación que tenía de levantar mi media de un 5,25 a un 7 para poder estudiar lo que quería.

Desde el primer día que entras a clase no paras de oír las palabras mágicas PAU y Selectividad. Así se empieza muy bien el curso, como sabéis, es entonces cuando te propones llevar todas las asignaturas al día para que “no te pille el toro”. Pero como todo el mundo sabe, la primera semana es de “contacto” por lo que no se hace nada y al final, esta semana se alarga hasta que te dan el primer susto, por lo que vas asimilando que igual eso de llevarlo al día viene mejor que “pegarte la panzada” de estudiar un examen el día antes. Aún así no lo haces realidad y de repente te das cuenta de que estás a finales de noviembre y sigues en esa semana de “contacto” en la que solo te pones a estudiar cuando ves el calendario y dices: “¿¡Que mañana hay examen de qué!?”.
Pero bueno, hay algunos casos en los que eso de estudiar los dos/tres días antes funciona con muy buenos resultados y otros que no. En mi caso en la primera evaluación solo me quedó, como a lo largo de todo el curso, matemáticas, asignatura que ya os aviso no va a ser sencilla aunque la lleves al día. En cambio, las demás para mi sorpresa estaban aprobadas con notas que se encontraban alrededor del seis y el siete. Yo creo que la nota más baja seguramente era el cinco en filosofía.
Ahora mismo algunos estará pensando “¿con esas notas que se puede estudiar?”. Pues de momento nada, primero hay que aprobar selectividad. Van pasando los meses, los exámenes, y es entonces cuando llegan las notas de la tercera evaluación a finales de mayo y me dan el disgusto de que me ha quedado una, esa que me había currado como ninguna (#TweetSerio). En ese momento entran en acción buenas personas como mis padres, mi novia, mis amigos, algunos profesores…, todos ellos me ayudaron a “dar la vuelta a la tortilla”. Conseguí aprobar la asignatura a través de la Consejería de Educación, lo cual me produjo una gran ilusión.
La noticia de que me habían aprobado la asignatura me la dieron a una semana y tres días para la temida Selectividad, por lo que cuando llegué a casa me hice mi horario de estudios en función de todo lo que tenía que estudiar y claramente con sus merecidos descansos. Fue tan sencillo como seguirlo, era el último esfuerzo, solo me quedaban dos semanas para acabar y tener un verano digno de pre-universitario.
Lo conseguí. A la semana de acabar la selectividad me dieron las notas con todo aprobado alcanzando una media total de 9,2. Eché matrícula en diferentes universidades fuera de Cantabria, concretamente en Madrid, y ahí es donde me cogieron, en la Universidad Rey Juan Carlos, para estudiar Ingeniería Industrial… Y la verdad es que estoy encantado donde estoy, con quien estoy y claramente de mi carrera.
Las claves para todo alumno de segundo de bachillerato yo creo que serían principalmente tomarse el curso con tranquilidad pero con cierto control. Así lo saqu´ yo, pero no por ello se asegura el aprobado. Y a la hora de Selectividad es tan fácil como hacerse un horario  bien organizado, estar tranquilo y seguro de uno mismo debido a que el nivel que exigen en PAU es más inferior al que piden en el instituto.

¡Buena suerte, chico/as!

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