lunes, 1 de febrero de 2016

Lili, la niña psicópata


Relato de ficción de LYDIA TORRES DE TRASSIERA y LAURA DEL VAL,
alumnas de 1.º ESO B

Estaba sentado en la oscuridad de la noche, iluminando su rostro con una incandescente llama, procedente de una vela, cuando sacó un polvoriento libro de su estantería de roble.
Se sentó en su camastro haciendo chirriar los muelles, retiró el polvo de la portada, dejando al descubierto unas grandes letras color sangre:
LA MANSIÓN DE BLOODRANK.
Abrió delicadamente el libro y pudo comprobar que esto era en realidad un manuscrito. De repente notó una pequeña opresión en el pecho, nueva para él ya que sufría síndrome de Asperger, si el libro estaba escrito a mano, entonces... ¿el título de la portada era sangre?
De repente un sonoro portazo quebró ese silencio.
-Ahhhhhh-gritó contenidamente nuestro protagonista.

- Joder, gilipollas, me has “asustao” -dijo su hermano Adrián.
-¿Me has llamado tonto?
-No lo siento, no pretendía decir eso ¿Oye qué es esto? -preguntó señalando al libro que tenía entre las manos.
- Es un libro, que la verdad es que me está intrigando mucho.
- ¿Me puedo quedar contigo?
- Por supuesto –dijo Gabriel.
“Era 25 de enero de 1944, ya habían pasado 6 años desde que ocurrió, aunque ya tan solo lo recordaban dos personas.
Había sido una nublada tarde, en principio nada especial. Mientras los numerosos hijos de la duquesa de Bloodrank jugaban a la pita, en el jardín trasero de la mansión, la pequeña Lili trabajaba sin parar.
Ella había nacido en una humilde familia con tan pocos recursos que se vio obligada a venderla a la familia Bloodrank, la cual la explotó, obligándola a hacer todas las tareas de la casa.                                      
La pequeña Lili cuando supo que la iban a vender a la famila bloodrank.                                              

Ese día era un día de suerte para ella puesto que había terminado pronto todas las tareas excepto la más sencilla, la tarea que acabaría con su vida.
Estaba agachada  arrancando chicles del patio trasero cuando uno de los niños (jugando a la pita) se salió de la casilla (de ahí nuestra expresión salirse de sus casillas) y la piedra desgraciadamente paró contra la cabeza de Lili, la cual no murió por este pequeño impacto, sino porque se desequilibró y al caer al suelo se desnucó con una inmensa roca”.
- ¡Chaval, chaval, chaval! ¡que la ha “palmao”! ¡que la ha “palmao”!
-Prosigamos con la historia.
-Vale, pero ahora leo yo.
“En esos seis años después de su muerte había acumulado tal cantidad de ira hacia la familia que ya había planeado su venganza, una noche de cada año bisiesto…”
¡Tío, este año es bisiesto!
-Cuántas veces te lo tengo que decir: que no soy tu tío, soy tu hermano, ¡tu hermano!
-Emmm, ¿por dónde iba? ¡Ah, sí!
“…Una noche de cada año bisiesto Lili salía de su escondite dirigiéndose a la casa”
-¡Oye!
-Oigo.
-No es tiempo para bromas, ¿te has dado cuenta de que nunca hemos estado aquí en año bisiesto?
-¡Es cierto!, siempre estábamos de viaje.
-Ahhhhhhhhhhhh –dijo Adrián temblando de miedo, mientras se le resbalaba el libro de entre de las manos.
-Venga… sigue leyendo –dijo recogiéndole el libro y dándoselo.
-S-s-si insistes…
“Entonces entraba a la cocina, cogía el machete, subía lentamente haciendo sonar un ruido muy irritante y repetitivo, muy semejante al del afilador y haciendo chirriar los tablones de madera. Los niños se despertaban y se escondían (debajo de la cama, dentro del armario, detrás de las cortinas…). Ella  entraba  y empezaba la cuenta atrás:  
-10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1...”
-Correeeee, correeeeee!
-Tercera persona del singular, del presente indicativo, de la voz activa, del verbo correr, segunda conjugación.
-Eso no me ayuda.
-Venga, anda, sigue leyendo.
-N-n-no puedo.
-Bueeeno, pues leo yo.
“-...cero, ¿dónde estás pequeña?, no te veeo, voy a por tiii . 
Tras un minuto de silencio…
- Ufffff –y se giró para salir convencida de que estaba sola y, de repente…– Aaaaahhhhh –gritó al ver a Lili  a su lado.”
-¡Que me meoo!
-Ve al baño.
-De miedo -dijo suspirando sabiendo que no le iba a hacer entrar en  razón.
-Da igual, si te meas ve al baño.
“-Me toca a mi esconderme o mejor ¿nos escondemos juntas?
-No, mejor tú te escondes y yo te busco –dijo la niña con intención de escapar en cuanto se diese la vuelta.
-¿Cincuenta despacio o cien deprisa?
- Cien deprisa.
-Vale.
-1, 2, 3… -dijo mientras se iba alejando.
Cuando estaba a punto de salir por la puerta que daba al jardín…
-¿Dónde ibas?
-Aaaah, aaaah.
-¿Pensabas que te iba a dejar escapar?, ¿tan ingenua eres?
-Lo-lo-lo siento,  pe-pe-pensaba que esta-tabas en el ja-ja-jardín –dijo con la voz entre cortada
-Tú, tranquila, vamos a jugar a la gallinita ciega, yo te tapo los ojos… - dijo haciendo esto-  y tú corres…”
-Me ha arruinado la infancia, no voy a volver a jugar a ese estúpido juego.
-Mejor, nunca me ha parecido un juego educativo, mira que estrellarte con las cosas.
-Pues a mí me gustaba. Sigue leyendo.
“-Estoy cansada, ¿no podemos dejarlo un rato?
-¿Me estás tomando el pelo?”
-¿Se va comer su pelo?
-No -dijo entre risas algo nerviosas puesto que no podía parar de pensar en la historia-. Es una expresión que quiere decir que si estás bromeando.
-Ah, vale.
“-Es que estoy muy cansada.
-Bueno tú tranquila, ya te dejo descansar en paz.  Siéntate- dijo mientras sacaba su machete y se lo clavaba en la cabeza, justo en el mismo sitio en que a ella le había dado la piedra de la pita.”
-Que mal rollo…  ¿Te has dado cuenta de que se te acaba de caer una hoja?
-Aahh, gracias.
-¿Qué pone?
“Mery Bloodrank: 25 de enero de 1952
Juliet Bloodrank: 25 de enero de 1956
Álvaro Bloodrank: 25 de enero de 1960
Emma  Bloodrank: 25 de enero de 1964
Silvia Bloodrank: 25 de enero de 1968
Rodolfo Bloodrank: 25 de enero de 1972
Eustaquio Bloodrank: 25 de enero de 1976
Clara Bloodrank: 25 de enero de 1980
Beatriz Bloodrank: 25 de enero de 1984
Carlos Bloodrank: 25 de enero de 1988
Sebastián Bloodrank: 25 de enero de 1992
Bernardo Bloodrank: 25 de enero de 1996
Pablo Bloodrank: 25 de enero de 2000
Lucía Bloodrank: 25 de enero de 2004
Andrés Bloodrank: 25 de enero de 2008
Jennifer Bloodrank: 25 de enero de 2008
Francisca Bloodrank: 25 de enero de 2012
Miguel Bloodrank: 25 de enero de 2012”
-Paquita y Miguel son los abuelos ¿no? Porque murieron hace cuatro años, y en enero.
-Sí, y murieron en esta mansión.
-Hace cuatro años...
-¿Adónde quieres llegar...?
-Pues si los abuelos murieron hace cuatro años... ¡esta lista está escrita hace poco!
-Espera un momento ¿te acuerdas de Lucía? Era la tía de la prima de la abuela del tío de la hermanastra del cuñado de la suegra de la madrina de la cónyuge de Pepe.
-Espera un momento... mmm... ¿Quién era Pepe?
-Era un vecino... Pero no me acuerdo si era primo segundo o tercero del abuelo.
-Emm, pues no, no me acuerdo quién era.
-La señora que vendía pasteles abajo.
-Aaaah, la de los bollos, si es que, qué buenos estaban.  
-No sé qué voy a hacer con este crío.
-Aaaaaaaaaaaaaaaaah.
-¿Qué te pasa?
-¡La lista!
-¿Qué pasa con ella?
-Sale mi nombre... ¡sin tilde!
-Y la fecha de nuestra muerte –dijo nervioso.
“Adrian Bloodrank : 25 de enero de 2016
Gabriel Bloodrank: 25 de enero de 2016”
-Pero... Hoy es 25 de enero de 2016.
-Vamos a llamar a papá y a mamá, correeeeee.
-Voy -dijo marcando el número de sus padres.
-... ¿Papá?
-¿Sí, hijo?
-Venid a casa que nos van a matar, daos prisa.
-¿Qué habéis hecho esta vez? Ya no está Lucía para que la robéis bollos. Qué buenos que estaban. Pásame a tu hermano Gabriel.
-Papá, tienes que venir.
-Gabriel, por hacer una trastada no te van a matar, es solo un frase hecha.
-Papá tienes que venir, hay una niña muerta que va matando a las personas de la familia Bloodrank, y estamos en su lista.
-Hijo, no escuches las farsas de tu hermano, él solo dice tonterías.
-Pero papá, lo he visto.
-Hijo, mira, no podemos ir por tal tontería, estamos en Italia y no vamos a coger el avión más rápido y caro solo porque vosotros dos tengáis una gran imaginación.
-Vale, papá, ya verás cuando mañana estemos muertos...
-Adiós, hijo, y deja de decir tonterías.
-Adiós.
-¿Cuando vienen?
-No van a venir...
-¡¿No te han creído a ti tampoco?!
-No, dicen que te lo habías inventado tú y que no era cierto.
-¿Y ahora qué hacemos?
-Esperar...
De repente se empezó a oír el ruido por el que se caracterizaba Lili.

-¿Me estabais esperando?, porque yo tengo muchas ganas de empezar a jugar, llevo mucho tiempo esperando, es más, os voy a dejar escoger -dijo Lili con voz de psicópata.
-¡Ay, a mí me encanta este juego de...! Bueno, nada, nada, ya me callo -dijo mirando a su hermano que lo miraba con una cara aniquiladora.
-No, sigue, sigue.
-A lo de empezar una historia y que otro la siga escribiendo.
-Buena elección, me gusta ese juego. Vamos a empezar -dijo sacando unas hojas de papel y un boli.
-¿Puedo empezar yo? Poooorfaaaaaa.
-Por supuesto.
 -“Estamos en un campo de rosas, sintiendo la brisa del viento sobre  nuestra piel, creemos ser libres, por un momento, no tenemos preocupaciones.”

-Venga, ya me toca -dijo su hermano
-Vale, está bien...
-“El cielo está teñido de azul y los campos de verde esmeralda, no tenemos barreras, corremos sin fin”

-Me toca a mí, poeta... -dijo Lili.

-“Hasta darnos cuenta de que todo lo bello acaba y todo lo bueno tiene su parte mala, las rosas con sus espinas, los campos con sus malas hierbas, la brisa con su hojarasca.”

Gabriel se dio cuenta de que la letra de Lili era la misma que la del libro, pero no supo reaccionar por la forma en la que aquella extraña niña había transformado aquel bello poema en uno horrendo.
Una vez cansados de escribir, Lili propuso jugar al escondite Gabriel se prestó voluntario para contar y así poder procesar toda la información.
Ella había escrito el libro pero... ¿por qué? ¿Por qué escribiría el nombre de su próxima víctima?, ya que si alguien lo leía antes de la fecha tenía la posibilidad de escapar y no morir. Estas preguntas embarullaban su mente y no conseguía contestarlas. Puede que ella hubiera escrito el libro para que todos conocieran su historia. Pero el porqué de su segunda pregunta no conseguía averiguarlo. Entonces se le ocurrió pensar como una niña de siete años, lo que le hizo llegar a la conclusión de que los niños solo piensan en divertirse, y puesto que la pequeña murió por un juego, debió de pensar que todos estos tenían que acabar así. Igual que tú quedas con un amigo para jugar, ella escribiría el nombre de su víctima y la fecha pensando que era una forma de quedar para jugar y las otras personas estarían encantadas.

Una vez que encuentra a Lili y a Adrián, Lili baja al salón para coger un juego de mesa mientras los hermanos tienen tiempo para hablar.
Una vez le ha explicado todo, llegan a la conclusión de que para que no les mate tienen que hacerla ver que lo que hace no es lo que debería hacer, que está haciendo pagar a toda la familia por la maldad de unos pocos, que ellos no son iguales que sus antepasados.
-Hola, ya vuelvo con otro jueeegooo.
-Tenemos que hablar -dijo Gabriel-. Sabemos lo que pasa y lo que crees, pero los juegos son para divertirse y pasar tiempo con tus amigos, los juegos no tienen que acabar en la muerte, ¿así te diviertes?
-No sé lo que es la diversión.
-Te lo voy a mostrar -dijo Adrián.
Vendaron los ojos a Lili y la llevaron a unos hinchables de allí cerca, a los que se subieron y por fin la niña pudo comprender lo que era la diversión.

Ella logró entender que lo que hacía era equivocado y que las personas no eran tan crueles y despiadadas como ella pensaba. Y pudo liberarse y pudo cruzar al otro mundo, pero no sin despedirse de aquellos niños que habían conseguido que entendiese lo mal que se había portado, que habían conseguido que ella supiese que los juegos no acaban en muerte y habían logrado ser sus amigos y perdonarla pese a lo que había hecho.

Por su parte, los hermanos no volvieron a ser los de antes, aunque puede sorprender un poco, la echaron de menos y guardaron ese gran secreto para siempre.

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