lunes, 18 de abril de 2016

Machismo en el siglo XXI


Artículo de opinión elaborado por JUAN VENTOSA (@ventosajuan en Twitter),
alumno de 4.º ESO C

Uno de los más nocivos y vergonzosos males de la historia de la existencia humana es el machismo; aquel estado, no solo dentro de una pareja o de una familia, sino también dentro de una sociedad, en el que la mujer se ve oprimida y privada de llevar una vida digna por el hombre. Esto, no solo no ha desaparecido del comportamiento humano en nuestros días, sino que todavía es un elemento predominante y hegemónico en nuestra civilización.

Si bien el patriarcado nace en el Neolítico, de la mano de la primera división del trabajo, donde el hombre atendía a los rebaños mientras que la mujer realizaba las tareas domésticas; si bien en esa época, las gens (o familias) se empezaron a organizar en torno al hombre, las sociedades esclavistas de Grecia y Roma ya eran totalmente dominadas por los varones. El feudalismo no se quedó atrás y en los inicios del periodo industrial, hasta mediados del siglo XIX, esta seguía siendo la regla que ordenaba el funcionamiento de las diversas comunidades. Hasta este punto, creo conveniente señalar que el movimiento feminista era paupérrimo y sin influencia alguna para provocar un cambio en la organización social. No estaba mal visto dominar y esclavizar a las mujeres, era lo usual, lo mismo que no estaba mal considerada la esclavitud en el siglo XVII. Sin embargo, coincidiendo con el auge del movimiento obrero, se empieza a desarrollar un movimiento feminista potente, que consigue, entre otras cosas, el sufragio femenino. A partir de ahí se ve claramente como el movimiento ha ido ganando tal fuerza, que hoy en día el machismo está “mal visto” por la opinión pública y no es socialmente aceptado, lo cual ya es un logro. Mas no hay que caer en el engaño de creer que con esto ya se ha puesto fin a esta lacra.

Considero que dentro de todo este entramado que, aparentemente ha sacado a la mujer de su miserable situación, las cosas siguen siendo como antes, o por lo menos muy parecidas. Opino que las élites financieras, que a la vez son las arquitectas de la ideología de esta sociedad, han ocultado bajo el manto de la falsa igualdad y valiéndose de la cultura de masas, la triste realidad de nuestros días. Ya no conviene reprimir a las mujeres de una forma tan superficial porque está mal visto; ahora utilizan la manipulación y el adiestramiento de las masas para exprimirlas sin que nadie pueda protestar. Antes se tenía una clara concepción, tanto por parte del hombre como de la mujer, de que el varón debía mandar; ahora esa concepción ha desaparecido, pero la realidad sigue siendo la misma, llevamos aún dentro de nosotros el tumor machista, y lo peor es que casi nadie es capaz de detectarlo.

Estoy seguro de que la gran mayoría de las personas integrantes de la sociedad occidental no se considera machista, pero lo es, y no por elección propia libre de cualquier manipulación. Incluso las mujeres también lo son, para qué vamos a engañarnos. Conozco a muy pocas que de verdad tengan un comportamiento orientado hacia la igualdad.

Desde pequeños, nos enseñan y nos inculcan, de una forma más o menos subliminal, un sistema de vida en el que claramente mandan los hombres (los asesinatos son solo la punta del iceberg), hay un aparato social que comanda esta situación.

A las mujeres, desde que nacen, y conforme van entrando en la adolescencia, les meten en la cabeza aquello de que deben ser como princesas: deben ser débiles, no deben protestar, no pueden levantar la voz, no deben decir tacos, tienen que jugar con muñecas, no deben escuchar cierto tipo de música, deben estar siempre en perfecto estado de belleza, deben obedecer a los hombres, etc. Parece que nacen para servir a un varón. Con esto lo único que se consigue es fabricar una sociedad donde las mujeres son propiedad y objeto de los hombres, sin poder rebelarse contra ello. No me atrevería a decir que las princesas (al igual que los príncipes) deberían estar en las guillotinas, pero lo que saco en claro es que necesitamos mujeres que se opongan a los hombres y que no se dejen dominar: mujeres íntegras.

¿A qué niña no le han regalado la mítica “cocinita” de pequeña? ¿Por qué a los niños no? No nos sorprendamos, por ende, que gran cantidad de mujeres crean que deben ocuparse ellas de la cocina. En la televisión es todo igual, se construye una imagen pésima de la mujer, tanto en la publicidad como en los programas. La gente, en su grado supino de estupidez e ignorancia, asimila esto de una manera en que las mujeres se transforman en un objeto, en mercancía para los hombres.

La religión no se queda atrás: dicta y predica una completa servidumbre por parte del sexo femenino; lo peor de todo esto es que la fe ciega (o la ignorancia, según se vea) de muchas, les impone unas férreas cadenas de las que no pueden liberarse.

Luego está el caso de aquellas que, en sus relaciones de pareja, reniegan de su libertad y se hacen esclavas de su compañero; aquellas que se creen que su función en la relación es mantener feliz al hombre. Esto lo promueve la sociedad día a día, y solo unas pocas consiguen escapar de estos vínculos machistas; lo triste es que quien lo hace es tildada de “antisistema”, “feminazi”, “perroflauta”, etc.

Podría poner muchos más ejemplos, pero me detendré en algo que me llama mucho la atención: la ley no escrita que ordena que las chicas deben ser más jóvenes que sus parejas. No hay nada más insensato, pero a la vez más racional: los hombres deben ser mayores para tener más facilidades en el dominio de las mujeres, y a su vez, fortalecer una relación sadomasoquista donde la fémina se deja dominar y chupar la sangre (aquello que llaman amor).

Sin embargo, los hombres lideran la clasificación en cuestión de sexismo: son penosos todos aquellos que hablan de mujeres tratándolas como trozos de carne que deben atrapar, todos aquellos que deshumanizan el sexo femenino. Aquella gente que se dedica a hablar “de culos” es un cáncer para el progreso de la civilización, mientras vean a la mujer como un objeto sexual jamás podrán ponerse a su nivel para lograr la igualdad.

Considero que existe una solución muy sencilla y efectiva al machismo, la cual radica en un cambio drástico de la educación, así como un cambio en los aspectos públicos en los que se exhibe y se practica esta situación (tales como la publicidad, la televisión, los cargos públicos y privados, la Iglesia…). Pero como esto, por lo menos mientras sigamos dentro de este régimen dominado por la estupidez y la ignorancia, no va a pasar (porque los que mandan no tienen necesidad de cambiar nada), el cambio debe venir desde nosotros y nosotras. Creo que predicar con el ejemplo es algo indispensable para concienciar a la gente. Conozco a muchas chicas que, aun queriendo modificar esta situación, desarrollan en su vida cotidiana una actitud totalmente machista. Creo que no basta con subir una foto a Twitter el 8 de marzo y luego el resto del año seguir denigrándose de la manera en que lo hacen. Y lo mismo ocurre con los hombres, aquellos que se creen que el feminismo es cosa de mujeres tienen un grave problema. En definitiva, diré que tenemos en nuestra mano la opción de cambiar las cosas y debemos ejercerla. Si no lo hacemos nosotros, los que mandan no lo van a hacer.

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