Crónica
de Alejandro Desiré Valdor
Para mi semana laboral escogí
un lugar en el que ver si mi plan de futuro es el apropiado o no, y ese lugar
fue el Centro Deportivo Marisma.
Los días previos a la
experiencia me encontraba muy nervioso, el estómago me daba vueltas y la cabeza
me dolía pues, a pesar de acudir al centro a diario, nunca me había enfrentado
a un trabajo.
El primer día Miguel (un
compañero que también eligió este centro) y yo tuvimos una reunión con la
gerente, una chica seria, en la cual se nos informó de cuál sería nuestra labor
en las próximas semanas. Lo que más me sorprendió fue el hecho de tener que
registrar nuestra huella cada vez que entrásemos o saliésemos del recinto,
¡nunca hubiera pensado que lo íbamos a tener que hacer!
En lo que al trabajo se
refiere, no era muy complicado. Nuestro deber era ayudar a los monitores a dar
las clases y, cómo no, a vigilar la piscina. Esta última labor era un poco
aburrida y repetitiva; por ello, Miguel y yo nos pasábamos la mayor parte de
ese tiempo jugando a diversos juegos que se nos ocurrían. Sin embargo, dar
clase a los niños fue muy divertido. La mayoría de las clases eran de
guarderías, por lo que nuestra única misión era jugar y divertirnos con los
niños, sin perderlos en ningún momento de vista, pues al ser tan pequeños no
saben nadar y un pequeño resbalón podía acabar con sus vidas.
Sin ninguna duda, las horas
que pasamos con los pequeñajos fueron muy divertidas, pero mi momento favorito
fue cuando los monitores nos invitaron a realizar una clase. Esta clase se
llamaba “Aquarrelax”, un nombre muy apropiado pues gracias a esta clase
conseguí librarme de muchas tensiones. Lo más sorprendente fue la simpleza con
la que lleva a cabo, únicamente consiste en dar vueltas a una pequeña pero
cálida piscina acompañado de una lenta música que hacía que te situaras en un
mundo donde las preocupaciones no existen. Esto me relajó muchísimo. Además,
durante el transcurso de la clase, la gente se tenía que poner en parejas para
que cada uno le diera un masaje al otro con unas pequeñas bolas de pinchos que
aportaban una sensación de gusto inimaginable. Mi pareja fue Miguel.
Ya en nuestra segunda semana
de oficio subimos al gimnasio. Ahí nuestro deber era vigilar que todo el mundo
llevara toalla, algo que es una regla del club. Las horas en el gimnasio se
hacían más largas porque no había mucho que hacer, así que decidimos emplear el
tiempo por así decir “muerto” en entrenar. ¡Por todo ello terminamos cada día
reventados con ganas de llegar a casa y comer mucho!
Decidí trabajar en este lugar porque
en el futuro me gustaría ser socorrista, y es cierto que he descubierto que es
un trabajo aburrido a ratos, pero en otros es realmente entretenido. Además, he
visto cómo es tanto la piscina como el gimnasio desde el punto de vista de un
trabajador, y tengo que admitir que me sorprendió gratamente pues era muy
diferente al mío cuando voy a entrenar.
En conclusión, la experiencia
que he obtenido de estas prácticas ha sido mejor de lo que me esperaba.
Crónica
de Daniel Green Manzanares
Hace aproximadamente dos meses
estuve haciendo mis “prácticas” de LaborESO en el Banco de Alimentos de Cantabria. Durante dos semanas me convertí en
un trabajador más, y ahora voy a contar mi experiencia.
Desde el primer día que entré
al almacén me di cuenta de que nunca iba a estar de brazos cruzados. Todos los
que estaban ahí de voluntarios no paraban de moverse y hacer diversas tareas,
mientras el jefe, Francisco, lo organizaba todo. Además, ese primer día empecé
a trabajar con Jose, un hombre muy majo que me llevó en la furgoneta del Banco
a visitar y trabajar en muchos sitios de Cantabria. Un día del que me acuerdo perfectamente
fue cuando me fui con él a Parbayón, donde estuvimos una o dos horas
recolectando limones de un hombre que nos los quería donar. Otra experiencia
memorable fue la visita a una fábrica de yogures, donde además de cargar unos
arroces con leche a la furgoneta, pudimos ver de cerca el palacio en el que se
rodó la película “Los otros”.
Aparte de ayudar a Jose con
sus tareas, también realicé muchas otras actividades. Una de ellas, que me
gustó mucho, fue ir a un colegio a Villafufre a dar una charla a los niños de
Primaria junto a una chica llamada Mar. Además, en el propio Banco de Alimentos
tuve muchas tareas que hacer. Bastantes de las jornadas en las que estuve allí
las completé colocando alimentos en sus respectivas baldas, o preparando palés
de alimentos que por la tarde vendrían las organizaciones a recoger. La última
actividad que hice fue pasar los albaranes de entrada y salida de alimentos al
ordenador, lo cual acabé haciendo con tremenda facilidad.
Para finalizar este relato
sobre mi experiencia en este sitio, quiero dar mi sincera opinión acerca de lo
que he vivido. Tengo que admitir que lo que he hecho no era para nada lo que me
esperaba, pero al final he aprendido y disfrutado bastante más. Además, creo que
he experimentado muchas labores distintas del mundo laboral, desde mover cajas
en un enorme almacén hasta dar charlas a niños pequeños, ¡incluso cortar limones
de un limonero de un pueblo! Por eso, recomendaría a cualquier persona que
quiera ayudar a la gente a ser voluntario del Banco de Alimentos de Cantabria.
Crónica
de Germán Gómez Pariente
Cuando nos explicaron en qué
consistía la experiencia LaborESO y nos dijeron que debíamos escoger un campo
laboral, yo lo tuve claro desde el principio. Siempre me ha llamado la atención
el diseño, e incluso he llegado a plantearme estudiar esa carrera, pero
realmente nunca he sabido en qué consistía diseñar. LaborESO era mi oportunidad
para averiguar si el diseño era realmente lo que yo creía que era, era una
oportunidad para poder vivir en primera persona lo que posiblemente iba a ser
mi futuro, mi empleo. Por todas estas razones elegí diseño, y me asignaron la
empresa llamada Grupo Gomur, una empresa
de Ingeniería Mecánica y Diseño en la que más tarde descubriría que ese
ámbito de trabajo no era exactamente como yo lo imaginaba, aunque esto no
quiere decir que fuese peor.
Desde el primer minuto que
pasé en la empresa no paré de aprender cosas nuevas. Los trabajadores que se
encargaron de mí resultaron ser muy agradables y se preocupaban constantemente
de que yo estuviese siempre aprendiendo o incluso trabajando. En los escasos
días que permanecí en Gomur, aprendí valores muy importantes para este tipo de
trabajos si querías mantener tu puesto o simplemente optimizar el tiempo lo
máximo posible. Ejemplos de estos valores son la puntualidad, el orden y el
respeto por tus compañeros y superiores. Y, por supuesto, conocí el
funcionamiento de una empresa, desde cómo se diseña la pieza o cómo se piden
piezas a otras empresas, hasta cómo se fabrica la pieza y se le entrega al
cliente.
Habiendo vivido y aprendido
todo esto, considero que el proyecto LaborESO es una muy buena idea que puede
ayudar a muchos alumnos (yo incluido) a la hora de decidir sobre su futuro.
También me ha mostrado cómo es la vida laboral, con sus ventajas y sus
desventajas.
Crónica
de Juan Fernández Alvargonzález
Os voy a contar mi experiencia
de LaborESO en una residencia de
ancianos.
Dependiendo del día, volvía a
casa medio muerto o alegre, ya que en la residencia en la que trabajaba había
varias plantas. En la cuarta se encontraban los que mejor estaban física y
cognitivamente; en la quinta, los ancianos que habían perdido un poco el juicio
y estaban incapacitados físicamente, y en la sexta, los abuelitos que estaban
mal cognitivamente o incapacitados físicamente.
Una de mis mejores anécdotas
fue cuando se nos escapó un anciano. Sí, como lo oís, se nos escapó un anciano.
Era uno de la cuarta planta, que a veces se le permitía salir, aquella vez no
le habían dado permiso. Dado que fumaba, le dijo a la recepcionista si podía
salir a fumar un cigarro. Esta, muy amablemente, le respondió afirmativamente.
Al pasar el rato, vio que no estaba y me llamó a mí para salir a buscarlo. Fui
mirando por todos los bares desde la residencia hasta el Centro Botín. No lo
encontré, pero no hubo ningún problema porque regresó él solito.
Esta ha sido una de las muchas
anécdotas que podría contaros.
El proyecto me ha ayudado
mucho a elegir dónde me gustaría trabajar, además he aprendido muchísimo de la
vida en una residencia de ancianos, que es más dura de lo que parece.
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