miércoles, 22 de mayo de 2019

Textos premiados en el Concurso Literario 2018-19


MODALIDAD NARRATIVA
NIVEL 1
Primer Premio: Talía Peña (1º ESO B)

Bela es una mujer de 36 años. Es de mediana estatura, indefensa y de voz aguda. Tiene la cara castigada, frente amplia, ojos soñadores, nariz chata, boca fina, cuello corto, labios carnosos, cabello desordenado y piernas flacas.

Bela se deja llevar por su marido, José. José tiene un carácter fuerte. Es un hombre de 39 años. Él manipula mucho a Bela. José y Bela se pelean frecuentemente frente a sus tres hijos, pero hay un pequeño problema... Bela no lo quiere dejar, lo defiende mucho, mejor dicho, lo protege. Ella ha perdido todo el apoyo de su familia por un hombre que no vale la pena, ya que la maltrata, la insulta y le grita.

Un día normal, común y corriente, José vuelve molesto del trabajo porque ha tenido problemas por llegar borracho a la empresa y paga toda su rabia con Bela, que no tiene nada que ver con esto.

Sus hijos la critican, la desprecian, le dicen que es mala madre. Ella no sabe que los está perdiendo poco a poco. Bela llora todas las noches tratando de buscar una respuesta, quiere sacar los gusanos que le rompen el alma y que la hacen llorar. Pero no puede. Ella guarda una culpa profunda que no quiere dejar salir, que no quiere dejar volar.

Cuando su hermano murió, su padre sufrió mucho y todo lo percibió ella. Tenía un padre frío y vacío. No quería decir que fuese un mal padre, pero pensaba que podría haber sido mejor. Tuvieron muchos problemas y diferencias cuando ella era joven, por tener el mismo carácter. Con el tiempo aprendió que los padres van cambiando. Cuando aprendió eso de la vida, con ensayos y errores, su padre ya había fallecido. Se quedó con muchas cosas por saber, como por qué no estaba disfrutando del padre que deseaba tener.

Por esas cosas ella no quiere dejar a su marido. Dice que no quiere que sus hijos odien a su padre o le guarden rencor. Ella quiere que sus hijos hagan lo que ella no hizo con su papá, quiere que sus hijos sientan ese amor de padre que ella no tuvo. Pero no es fácil…



Segundo Premio: Ángel Latorre (2º ESO A)
“El caballero de Theodore”

Hace muchos años, en un país en el que no existía la paz, vivía un joven aprendiz de guerrero que habitaba en la aldea de los Goros. Se llamaba Sir Numancia, pero todos le conocían como Sergio Numer.
Sergio Numer siempre tuvo un sueño: enfrentarse a los mayores peligros que amenazarían a su país, Theodore. Un día de invierno, cuando todo el mundo iba al mercado a comprar la cena de Nochebuena, su padre le propuso un trato.
-Sergio, prometo enseñarte a pelear como un caballero de verdad y no como crees hacer tú, pero a cambio te pido que cuides de mí. No me quedan muchas semanas de vida.
-Sí, padre. No dudes de ello. ¿Podemos empezar?- contestó Sergio.
Su padre afirmó con la cabeza y fueron ambos al patio de entrenamiento. Le enseñó varias lecciones antes de pelear contra él.
-Lo primero que debes saber, es que la defensa es el mejor ataque. Tus rivales irán a por ti ansiosos de matar. Alza tu escudo o tu arma, y contraataca. Lo segundo, es que no debes despistarte nunca. Si tienes dos oponentes, enfréntate a los dos, y tampoco te centres en matar a uno y después al otro, porque al segundo rival le dará tiempo a atacarte, sino que debes aturdir a uno y golpear al segundo. Y tercero, nunca tengas piedad ante un asesino, un caballero del bando contrario o cualquier otro ser que te desafíe a muerte. ¿Entendido?

-Sí, padre. Estoy listo para poner en práctica estos consejos.


Los dos entraron en un combate de entrenamiento al cual solo el padre de Sergio Numer podía poner fin.
Años después, Sir Numancia estaba dentro de un ejército, pues le había prometido a su valiente padre que nunca abandonaría a su pueblo, pero no pudo aguantar muchas guerras con las escasas lecciones que recibió de él.
Cuando estaba en la bancarrota, decidió ir de aventuras por su cuenta, sin escuderos ni siervos que le acompañasen, y así conseguir dinero a cambio de capturar bandidos.
Pero un día, un robusto guerrero con una espada larga y afilada, y un escudo de acero inoxidable se cruzó en su camino.
-¡Sir Numancia! ¡Demuestra ser un hombre valiente y fiero como me han dicho! ¡A un duelo a muerte te reto yo, con mi espada que ansía cortar cabezas!- le desafió el guerrero.

-¿Tú, Sir Vincent de Lunasia, me estás retando a un duelo? ¡Eres el hombre más buscado del país! ¡Me pagarán mucho por tu cabeza!
-¡Pues ven a por mí, si eres caballero, y huye si no tienes agallas!
Los dos entraron en un duelo a muerte que cada vez se ponía más interesante. Sir Numancia perdió una mano tras el fiero corte de la sanguinaria espada del Guerrero de la Muerte, pero no podía rendirse. Tiró su escudo y decidió pelear solo con su martillo manchado con la sangre de todos sus rivales caídos.

Con fiereza se oyeron armas chocar, mas uno de los dos por los suelos acabó.

-¡Ríndete, Sir Numancia!- amenazó Vincent Bonaparte poniendo su espada en el cuello de Sergio.

-¡Jamás!- exclamó este, con valor y seguridad de que ganaría el combate.

-¡Pues muere ahora, y que tu alma suba a los cielos, donde Dios te acoja por tu valentía!

-¡No si yo te desgarro antes!

Sir Numancia, aún tirado por los suelos con una espada ante su garganta, agarró fuerte su martillo y derribó a Vincent con un fuerte y devastador golpe en la pierna.

El guerrero más buscado de Theodore fue entregado ante el rey del país.

-¡Hora de enviar su diabólica alma al infierno ante Satanás!- exclamó Lord Markus de Theodore, levantándose de su trono.

Vincent fue llevado a la guillotina, y la cuchilla desgarró su cuello, saltando la cabeza del guerrero por los aires, entre la multitud de gente que quería contemplar la merecida muerte del asesino.

Horas después, Sir Numancia fue ante el rey del país, y así recibir su recompensa.

-Sir Numancia de Theodore, no solo has recibido una cantidad elevada de oro, sino que has vengado a todos tus camaradas caídos, ejecutados por Sir Vincent de Lunasia, a niños inocentes y a más afectados por los crímenes del guerrero. Has demostrado tu valentía y tu astucia y le has prestado un gran servicio al país. Por la presente, en honor a Dios, Jesús y al Espíritu Santo, te declaro caballero líder del Ejército Real de Theodore. Que el Señor te bendiga, Sergio Numer.

Y esta es la historia de nuestro caballero, que falleció salvando a su pueblo en la Guerra de los Tres Imperios, sucedida treinta y siete años después de su triunfo, pero que siempre será recordado hasta el fin de Theodore.



NIVEL 2
Primer Premio: Sabrina Pandolfo (1º Bachillerato D)
“Desahogo de jueves por la noche”

No me gusta llorar, pero de vez en cuando está bien sentir cómo ese cúmulo de sentimientos que han estado dentro de ti, recorren tu cuerpo hasta salir en forma de lágrima, una tras otra.

Los jueves son días difíciles para mí. La semana aún no acaba y cada día que pasa me vuelvo más loca. Hace días que descubrí que era probable que tuviese una especie de trastorno neurológico – yo estoy convencida de ello –. No es nada grave, sólo se me hace difícil tolerar ciertos sonidos que hace la gente. Por eso suelo estar de mal humor. En mi casa siempre dicen que tengo muy mal carácter, pero eso es porque no me entienden.

Me gusta dormir mucho, también me gusta leer libros – sobre todo de fantasía – pero lo que más me gusta es el silencio.

El silencio calma mi yo interior, es como una especie de té o de valeriana, o quizás una combinación de ambas –seguro que no está nada mal–. El silencio me ha ayudado a abordar todo este tema de la locura –así lo llamo yo, hay que darle un poco de gracia a todo esto–. Cuando siento que me empieza a faltar la respiración y que mi corazón empieza a latir cada vez más rápido me refugio en el silencio, que siempre logra calmarme. La primera vez que experimenté este extraño ataque de pánico me sentí totalmente indefensa ante el mundo, ese sonido terrorífico, que se abalanzaba sobre mí como un feroz león hambriento me hacía ver cómo la habitación en la que me encontraba giraba a mi alrededor mientras todo se iba oscureciendo hasta sucumbirme ante los brazos del silencio.

Quizás por eso llamé a esta nota jueves de desahogo. Porque ese león hambriento sigue persiguiéndome y todavía no me dan cita con el psiquiatra. La verdad es que me gustaría saber por qué me persigue a mí y no a otros, o si todos tenemos nuestro propio león que se manifiesta de formas diferentes. En fin, no sé qué es lo que quiere ni por qué no se va.



Segundo Premio: Ferdaous Ouazzani
“Destino”

En verdad ya habían transcurrido los suficientes años como para que esa cicatriz hubiese curado, pero no fue así, hay algunas que nunca sanan, que te acaban marcando de por vida como si del primer amor se tratase.

Hay veces que se ocultan cosas por miedo, vergüenza, temor al qué dirán, al odio ajeno o incluso al odio propio.

Ella era una niña más en aquel barrio de Tánger, donde las calles eran laberintos y de ti dependía caer en la boca del lobo o salir ilesa.

Era Ramadán, uno de los meses más sagrados para los musulmanes. Ya se acercaba la hora de romper el ayuno, eran casi las nueve de la tarde y poco a poco se veía a lo lejos, en el horizonte, cómo el sol se iba escondiendo entre casas y mezquitas.

Como cada día, su abuela la mandaba a comprar dulces como recompensa del esfuerzo o básicamente por el mero hecho de hacerla sentir una campeona dándole a entender que estar dieciséis horas sin comer ni beber era algo básico en la vida, que ella podía afrontar obstáculos más difíciles.

Salió corriendo y sin mirar atrás, pero esta vez quería buscar nuevos atajos. Se adentró por un mini centro comercial y subió las escaleras de par en par, quedándose sin aliento hasta llegar a la primera planta, donde se encontró rodeada de almacenes abandonados y cerrados. Buscó desesperadamente la salida, pero no hubo manera de encontrarla.

A lo lejos, escuchó una voz grave y profunda y se le iluminaron los ojos al pensar que esa podría ser su salvación.

Su hablar era torpe, no dominada bien el árabe, pero al tratarse de un viejo amigo de su papá pensó que este la ayudaría. A medida que se acercaba a ella, notaba cómo en su rostro se dibujaba una maliciosa sonrisa, de esas que te dan a entender que lo des todo por perdido.

Intentó correr, intentó gritar, lo intentó todo, pero ¿para qué, si no le sirvió de nada?

Le tapó la boca arrastrándola a uno de esos mugrosos almacenes y la tiró con la intención de marcar su infancia sin compasión ni lástima.

A día de hoy ella todavía se pregunta de dónde sacó las fuerzas para salir corriendo ilesa de entre los brazos de aquel hombre, aunque, pensándolo bien, cualquiera es capaz de cualquier cosa si las circunstancias encajan. Ella no fue capaz más que de volver a casa, entrar al baño y encerrarse intentando limpiar su cuerpo, pero lógicamente, a sus doce años era incapaz de comprender que por mucho que frotase, eso la iba a acompañar de por vida en su mente.

En estado de shock y perdida sin rumbo, se sentía encerrada hasta en su propia habitación. No hablaba, pero intentaba pasar desapercibida como siempre, simplemente con el fin de no dar explicaciones, porque sabía que en ese país ni aun llorando lágrimas de sangre la creerían. Al fin y al cabo, era una mujer y allí las mujeres no tienen ni voz ni voto. Sabía que la única respuesta alta y clara que podría recibir sería un “A lo mejor fuiste tú quien le provocó”.

Se marchó, lejos, intentando empezar una vida en un país justo, donde hablar no conllevaba castigo, donde su felicidad dependía de ella y no de que otros la decidan por ella.

A día de hoy, transcurridos ocho años, sigue sin querer volver a pisar esa ciudad, intentando día tras día consolarse en el presente con el objetivo de olvidar el pasado. Lo intenta, cada día que se despierta lo intenta, cada día que echa de menos a su abuela lo vuelve a intentar. Pero la imagen de él, de aquel hombre que cuando visitaba a su papá por temas de no sé qué negocios le traía los dulces que tanto le encantaban y que de repente odia, esa sucia imagen le nubla la vista y borra automáticamente el deseo de volver a su país materno.

No te resistas, no te adelantes, acéptalo y continúa, porque lo único que puedes hacer es confiar y refugiarte en el tiempo.

MODALIDAD: POESÍA
NIVEL 1
Primer Premio: Héctor López (1º ESO B)

Yo amo a la playa
y amo su amanecer,
porque despierta mi alegría
al ver el sol nacer.

Me gusta ir todos los días
y su brisa respirar,
oír el sonido de las olas
y a las gaviotas volar.

El sol al amanecer
es una luz saliendo del mar,
al acariciarme sus rayos
me vuelvo a calmar.

Pareciera que las olas
fueran nubes en el mar,
y las dunas de arena
fueran sitios para llorar.


Segundo Premio: Georgina Fernández (1º ESO C)
El mar, que con sus olas
nos deslumbra,
cuya belleza nos confunde,
qué tranquilidad inspira...

El mar es un navío,
que arrastra amor.
Arrasa y arrasa
con la arena y la playa, 

tanto que mi corazón
partido dejó.
Oh buen mar, oh injusto mar,
oh perverso mar...

El mar es la pica,
el martillo, que actúan
hasta destrozar la roca,
dejando un desorden
de sentimientos que pronto
se esfumarán dejando
un gran vacío atrás
que el mar rellenará. 

Oh alegre mar,
oh triste mar,
oh confuso mar…


NIVEL 2
Segundo Premio: Marco Rebanal (1º Bachillerato B)
Rebeca Méndez de Ítaca

- Penélope: ¿Qué espero aquí?
- Él: Suele pasar,
cuando sucede,
cuando me falta el aire,
o me sobran cinco minutos de arena.
- Penélope: ¿Dónde te busco?
- Él: Me acerco a una isla,
se asemeja a un pequeño cuadrado,
donde se baten la olas.
- Penélope: ¿Qué dice el faro?
- Él: En medio de esta se alza un esqueleto
que alumbraba el océano mostrando el conocimiento.
- Penélope: ¿Olvidaste mi cuerpo?
- Él: Una sirena varada en el ombligo,
reflejaba el brillo del mar que no existe.
- Penélope: ¿Es la noche el puerto del día?
- Él: La esperanza es una nueva ola,
que rompe sobre el barco.
El mástil desgarra la oscuridad de la tormenta
como un puñal rasga la tela.
- Penélope: ¿Dónde está la vida que no he vivido?
- Él: El ancla busca en el fondo una verdad que no pese.
- Penélope: ¿Por qué espero sin esperanza?
- Él: Tengo miedo al sueño de los cíclopes.


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