miércoles, 13 de marzo de 2019

Crónica de Alejandro Reñón sobre la visita de 1º ESO a Altamira


El pasado jueves 7 de marzo los alumnos de 1º ESO hicimos una gran excursión que duró toda la mañana (desde las 8:30 hasta las 14:35 horas). Fuimos a visitar las neocuevas y el Museo de Altamira.
Los de 1º C hicimos un itinerario invertido al del resto de grupos de 1º y empezamos visitando la neocueva (teníamos que haber visto un vídeo antes pero, como se estropeó el cañón,  comenzamos la visita directamente). Al entrar, pudimos ver una pequeña "cueva" con una espaciosa entrada. Lo primero que nos enseñó la guía fue un pequeño holograma que nos resumió en poco tiempo, más o menos, la vida de los habitantes de Altamira. Al terminar el holograma, seguimos adelante hasta encontrar una pequeña excavación donde se podían observar unos restos de un oso de las cavernas y las distintas "formas" del suelo según la antigüedad.

 



A continuación, fuimos a ver cómo elaboraban las pinturas y cómo podían explorar las oscuras cuevas sin antorchas. El color rojo se obtenía con roca de óxido ferroso y agua, y el negro, a partir de carbón vegetal. Exploraban las cuevas con lámparas de tuétano, ya que apenas desprendían humo. Por fin, ya pudimos observar todas las pinturas que hicieron esos maestros de la prehistoria. Sus principales dibujos eran de bisontes, aunque también había algún corzo, caballos y una gran cierva que ocupaba el mayor espacio del techo respecto al resto de pinturas. Los animales los representaban con los colores que mencioné y también grabados. Aparte de animales, también había manos, tanto hechas impregnando sus manos y plasmándolas, como poniendo sus manos sobre las rocas y rociando algo parecido al aerosol para que quedara la marca de la mano.
Hasta aquí, lo que vimos en la neocueva. Al final también vimos el vídeo del que hablé antes que nos enseñó algo muy importante: que gracias a que había habido un desprendimiento ahora las pinturas se conservan tan bien.
Entonces, visitamos el pequeño museo, donde para mí no había muchas cosas que no hubiésemos visto en la neocueva, excepto algún material que usaban en la vida cotidiana, que demostraba que eran suficientemente inteligentes para que la comida no se quemase poniendo un tipo de especia, y que, aunque no hubiese cuchillos, la piedra de sílex era capaz de cortar igual o mejor que un cuchillo actual.

Antes de almorzar, hicimos un pequeño taller bastante divertido en el que el monitor nos explicó que solo se podía hacer fuego con marcasita en bruto o hierro trabajado y sílex (en el caso del fuego con piedras) y con madera. Lo más eficiente era poner una placa de madera de higuera, en perpendicular un palo y enrollarlo con un arco para fuego, y, por último, que en las zonas cercanas al mar (de clima oceánico), debido a que son zonas más húmedas, es más difícil hacer fuego, mientras que en la meseta, como el aire es más seco, el fuego se puede obtener con menor esfuerzo, y que el mejor combustible natural es el hongo yesquero, ya que arde muy lentamente, echa muy poco humo y lo usaban para transportar el fuego.
Entonces empezamos el taller, donde todos intentamos prender la yesca para echarla después a un nido de paja para que prendiese. Más tarde, por fin una chica llamada Denissa consiguió prenderla y al echar la yesca a la paja todos fuimos soplando hasta que Paco consiguió prender el fuego, y sobresaltado dejó caer la paja ardiendo. Entonces Marcos intentó apagarlo pisándolo, pero no lo consiguió, y además la suela del zapato quedó churruscada, por lo que ahora algún amigo le llama el guerrero “zapato quemado”.



Al terminar de almorzar, finalizamos la excursión haciendo un pequeño itinerario en el que de distintos paneles informativos obteníamos información y nos hacían varias preguntas, e incluso había algunas preguntas con una respuesta subjetiva.
Y así terminó la gran excursión de 1º ESO a Altamira. Espero que os haya gustado mi crónica y que os hayáis enterado de todo. Gracias por leerla.

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